Por Ricardo Bustos
Muchos argentinos han votado por un cambio que incluya por cierto la economía, para poder salir de la difícil situación en la que se encuentran. Otros, como este humilde lector que escribe, aspiran a sumarle a la mejora en los bolsillos, la desaparición de los palos, bombas molotov, encapuchados, amenazas de bombas en las escuelas, huelgas salvajes de docentes encolumnados detrás o dentro de agrupaciones políticas, olvidando que los niños nada saben de eso, pintadas en monumentos históricos e iglesias, robo de bustos de nuestros próceres, ataques a las fuerzas de seguridad, encuentros nacionales de mujeres que cada año dejan destrozos a su paso por diferentes ciudades del país, funcionarios que hagan y no roben, candidatos impresentables que, lamentablemente son votados y a la hora de ocupar sus cargos deben buscar asesores lúcidos porque no saben hacer la letra “o” con un vaso, punteros políticos violentos amparados en la ceguera de muchos representantes de la justicia y por sobre todo, poder volver a saludarnos en las calles de cualquier pueblo o ciudad de argentina sin preguntarnos a qué ideología o partido político pertenecemos.
La historia ha demostrado que para destruir una nación no hace falta mucho tiempo, pero la reconstrucción lleva implícita una ingeniería de sabios que aporten coherencia, respeto, consensos, debates sanos e ideas que una vez aprobadas puedan ser aplicadas sin chicanas o impedimentos inventados.
Todavía nos encontramos en la banquina de una ruta llena de baches y no hemos comenzado a señalizar las obras que nos permitan tener esperanzas de poder volver a circular en la cinta asfáltica que jamás debimos abandonar.
Lentamente hemos vuelto a disfrutar de la libertad de prensa y expresión de ideas sin temor a represalias (aunque algunas provincias todavía practican la dictadura en ese sentido).
Quien haya o no votado por el gobierno actual, deberá reconocer que respeta las opiniones y hasta hoy no se ha subido al carro de la victoria y la soberbia. El apoyo de un gran sector de la ciudadanía no es un cheque en blanco, pero al menos vemos que la transparencia en los actos de gobierno muestra un grado de confianza de la ciudadanía. Se sabe que es tan grande la corrupción generada por funcionarios del anterior gobierno por el desfile cotidiano en los tribunales federales, pero mas allá de eso, los ciudadanos y el propio gobierno están dejando a la justicia que ocupe su lugar sin interferencias, salvo en casos donde las fibras mas íntimas de los acusados les producen una especie de rebelión sediciosa que ya no tiene cabida en esta nueva era que hemos iniciado.
Apenas unas horas después de finalizado el comicio, el propio presidente de la nación, le dice a la población que en estos días convocará a todos los actores políticos a un diálogo que permita volver a escuchar, volver a participar todos y en todo, que será sin dudas, la única manera de sacar a la nación de esta encrucijada.
Todavía está abierta la herida que mas sangra y duele. La pobreza e indigencia no han bajado y esa es la prioridad a resolver. A nadie escapa que detrás de estos dos flagelos, se esconde el asistencialismo provocado por políticos que hicieron de la necesidad de la gente, un motivo mas para llevar votos a las urnas, sin importar el daño que hicieran. Aún este 22 de octubre, hemos podido ver a muchos punteros desesperados buscando gente por todos lados, ofreciendo bolsas de comida a los mas pobres, artículos del hogar a otros, cheques para comprar materiales de construcción, mas planes sociales y algo que no debe repetirse jamás como el caso que en cada elección se ha reiterado y es el secuestro “literalmente hablando” de los DNI de muchos hermanos originarios en diferentes regiones del país para que a la hora de votar, no puedan optar por alguna agrupación política diferente a la que está gobernando en la zona. Estos casos los he visto en Misiones, Chaco, Formosa y Corrientes y los únicos que pueden negar su existencia, son los propios políticos corruptos quienes las palabras Democracia y Constitución jamás leyeron en algún libro, si es que alguna vez leyeron.
Ha llegado la hora de tomar examen general como si fuera para completar un analítico, a todos los candidatos que se presenten para aspirar a un cargo electoral, por lo menos, deberán tener nociones generales de comportamiento humano, cultura general, pero en todo sentido, porque después con el tiempo, ese monstruito va creciendo con el apoyo de políticos importantes y lentamente irá subiendo escalones desde la vereda del pueblo a la banca en la provincia y con un empujoncito el cómodo sillón en el Congreso de la Nación. No nos asustemos, esto no es discriminación, es la realidad y hay que aceptarla para poder corregir. Observemos en las sesiones de las Cámaras de la Nación, la enorme cantidad de impresentables que, paradójicamente nos representan y después nadie sabe quien los votó.
Este año ha sido muy duro para los argentinos. Grandes sectores de la producción aún están padeciendo las inclemencias del tiempo y falta de obras, que provocaron inundaciones en muchos pueblos y ciudades importantes de la cuenta agropecuaria argentina y a ellos también deberán prestar atención porque son una parte importante del motor que mueve la economía.
El gobierno está obligado a recomponer de una vez y para siempre, la situación económica de los jubilados, esos seres humanos que tienen vida propia y necesitan expresar su pensamiento pero sin las cadenas de la miseria a las puertas de su casa.
No puede ser que después de tantos años de trabajo que ha servido para cimentar el progreso de la patria, hoy cada mes se encuentren en el cajero de un Banco con menos de 8,000 pesos para todo gasto, cuando es público que la canasta de los pobres supera apenas los 16.000 con el agravante que los jubilados tienen un gasto en medicamentos que muchas veces las mutuales no cubren o son genéricos, algo que todos saben no es igual al medicamento de laboratorios reconocidos.
Uno de cada tres habitantes es pobre y esa noticia es muy vieja porque hace años, con otros gobiernos, la cifra era la misma en todas las encuestas. Esperemos que comience el cambio, pero en serio.
“Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo…. del miedo al cambio”. Octavio Paz (1914-1998) Poeta y ensayista mexicano.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556